En primer lugar, pediros disculpas por el tiempo que pasó desde la última publicación. Fue solo el domingo, pero aquí en Samos en dos días pasan muchas cosas y hay poco tiempo para el blog.
Como es normal en este momento del campamento, vayas donde vayas y preguntes al scout/lobato/guía/lobata que preguntes, todos están jugando (aprendiendo mientras juegan, ya sabéis a lo que me refiero…).
La Compañía, el lunes temprano ha empezado el Gran Juego, han salido con lo imprescindible del campamento para hacer una carrera de orientación y dormir en un castro celta, con unas vistas espectaculares. Sabemos que lo han pasado muy bien, lo que no quiere decir que no hayan vuelto cansadas de andar monte arriba y abajo todo el día.
Ayer por la mañana han regresado al campamento, y han disfrutado de una jornada tranquila culminada con un auténtico banquete. Con eso reponen fuerzas para lo que queda de campamento:
La Tropa, por su lado, el lunes ha tendido el Concurso de Cocina, y este año, de forma excepcional, han sido ellos mismos sus propios intendentes: Iago y Diego les han dado un presupuesto máximo de gasto, han ido a comprar los ingredientes y podido comprobar lo que cuesta llenar la cesta de la compra. ¡Aun así han logrado preparar unos platos de chuparse los dedos!
Lo que quizá no esperaban tanto, es que ayer empezaban su Gran Juego al amanecer (para evitar que caminaran con el bochorno del medio día). Mochilas a las espaldas, cantimploras cargadas y a recorrer los caminos gallegos buscando las balizas que les han dado muchos puntos.
Sabemos que lo han pasado muy bien, ¡y por la tarde tenían ganas todavía de combatir en la lucha final! Han vuelto al campamento sanos, salvos, cansados, sucios, sonrientes y victoriosos.
Las lobatas están felices, y como dice nuestra jefa de campamento, son un amor de niñas… jejeje. Sus Grandes Cazas (grandes juegos) están llenos de pruebas y desafíos que les ayudan a trabajar en equipo, fomentar la generosidad, estar siempre limpias, y profundizar sobre la vida de San Francisco (que cuidaba y amaba a los animales).
Los lobatos también están muy contentos. Juegan tanto o más que las lobatas.
Pero de lo que más orgullosos están es de la tirolina que hemos montado para facilitar el traslado de su intendencia. Les ahorra una buena caminata y ¡es tan emocionante!