No os podéis imaginar la de cosas que pueden pasar en un día de campamento. Bueno, a lo mejor sí podéis imaginároslo, pero lo cierto es que hoy ha sido un día de lo más completo.
Las guías y los scouts han partido de exploración. Como los pueblos por los que teníamos previsto que se repartieran son los que están sufriendo los malditos incendios, por prudencia y respeto a sus habitantes hemos cambiado el plan (otra cosa no, pero si algo se aprende en los scouts es a saber adaptarse a las circunstancias y cambiar de planes sobre la marcha).
Mención especial a nuestro sacerdote, Arturo Carmona, que en tiempo récord ha conseguido sitios seguros y adecuados para que nuestras chicas y chicos puedan pasar la noche. Las guías en el convento de clarisas de Monforte y los chicos en una ermita cerca de Sarria. Hay que ver la confianza que tienen los sacerdotes entre ellos, sin apenas conocerse. ¡Iglesia viva!
Mientas los scouts han ido a encontrarse con las gentes de Sarria, y las chicas con las gentes de Monforte, y conocer sus costumbres, tradiciones, folclore, los jefes de unidad seguían trabajando a destajo en el campamento… Bueno, trabajar, trabajar, a destajo a destajo… digamos que han aprovechado muy bien el tiempo (colada, aseo profundo, previsualizar las próximas actividades…).
Pero… si creíamos que íbamos a tener un día tranquilo estábamos muy equivocados. En plena sobremesa se ha ido la luz de la casa ¡donde tenemos las neveras! en víspera de puente. Los de Unión Fenosa tienen una musiquita muy amena cuando les llamas por teléfono… pero poco más, nadie humano dispuesto a ayudarnos. Horas de agobio, llamadas… ¡que nadie abra las neveras bajo ningún concepto!
— Fran, te sale humo de las orejas — Es que los scouts no perdemos el buen humor ni en los peores momentos, y siempre hay alguien dispuesto a ver el lado gracioso de cualquier circunstancia. — Calla, que estoy pensando… opción 1, opción 2, plan B de la opción 2… de esta salimos aunque tengamos que meter las neveras en una habitación alquilada del albergue más cercano.
Gracias a los monjes hemos localizado a un electricista jubilado, Jorge, que se ha venido desde Lugo para enfrentarse a la compleja instalación eléctrica de la casa. No me enrollo, pero se ha pasado una hora cortando por aquí, testeando por allá, arrancando cables a destajo («Esto no vale para nada», decía cada vez que pegaba un tirón de cables). Y después de un par de intentos, por fin, la luz se hizo. 5 horas de crisis, tres canas más y la satisfacción de seguir adelante con el campamento contra viento y marea.
A todo esto, las guías, en Monforte han tenido ocasión de compartir con las monjas clarisas una Eucaristía y posterior cena en su monasterio. Marina ha pasado a revisar que estuviera todo en orden y ha dejado a las chicas durmiendo en el antiguo y enorme refectorio del convento.
Y los scouts han acampado en el recinto de la ermita de San Martiño de Fontao, con Sarria a sus pies. Pablo ha pasado también a supervisar que estuviera todo bien, y de paso a curar las heridas del accidentado ayer en las olimpiadas.
Y entre medias han llegado al campamento las guías piloto, después de haber celebrado misa final en Santiago.
De los pilotos, camino de Compostela, sabemos que siguen bien y enteros. Ha parado a charlar con ellos el padre Arturo aprovechando que iba a recoger a las guías piloto a Santiago. Alguna rodilla un poco tocada, pero con ganas e ilusión de seguir adelante.
Y, por fin todos los jefes ya reunificados al final del día, hemos disfrutado de una suculenta cena de bienvenida a las chicas el fuego y nos hemos ido a dormir repartiendo tareas para el día de mañana, que recibimos a nuestros hermanitos pequeños de las manadas. ¡Otro día intenso en el horizonte!